domingo, 24 de enero de 2010

El placer por el placer.


La oscuridad apoderándose de la habitación satisfago mis deseos más íntimos, sus manos sobre mis caderas o sobre mis muslos, no lo recuerdo, hacían de guía por el viaje del deseo, mientras de su corazón se escapaban los suspiros que hacían arder mi alma, dejando los rescoldos en sus pupilas llenas de te quiero, la única luz su silueta incandescente deslizándose entre mis dedos moldeadores de la expresión de su rostro.